Si hablamos de Colgate seguramente te viene a la mente la famosa pasta dental que es comercializada prácticamente en todo el mundo.
Pero detrás del éxito de esta marca y sus productos, hay una historia muy poco contada en los medios tradicionales.
Las principales características de un emprendedor son constancia, esfuerzo, sacrificio, dedicación, pasión, decisión, iniciativa, innovación, actitud.
Pero hay una, que en realidad, puede determinar definitivamente el éxito de un negocio o un proyecto a corto o largo plazo.
La historia no contada de Colgate
Según los registros históricos, esto es lo que verdaderamente llevó a William Colgate y su marca a la cima del mundo.
William Colgate, nació en Reino Unido el 25 de enero de 1783. En marzo de 1798 la familia emigró a Baltimore, Estados Unidos.
Su padre empezó la fabricación de jabones y velas, no obstante la compañía se disolvió en apenas dos años.
La pobreza estaba consumiendo sus vidas, por ello decidieron mudarse hasta Nueva York.
Fue allí que William tomó la determinación de trabajar para ayudar a sus padres.
Comenzó recorriendo las calles vendiendo jabón.
Con sus ventas, ayudaba a su mamá quien ya había enviudado, además de colaborar para la educación de su hermana.
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Pero por más esfuerzo que hacía, no lograban recuperarse financieramente.
Luego de un evento ocurrido en su vida, empezó a trabajar en una fábrica de almidón, jabones y velas.
Llegó como mensajero, pero, por su buena conducta, fue ascendiendo hasta que aprendió a fabricar jabones.
Pronto, llegó a ser socio en el negocio del jabón; pero pocos años más tarde, se convirtió en el único propietario debido al fallecimiento de su socio.
El negocio creció prósperamente, gracias a su esfuerzo y constancia, pero sobre todo a un secreto muy poco contado y muy poco aplicado en el mundo.
William Colgate funda su compañía
En 1806 William Colgate fundó su compañía, una pequeña tienda en Nueva York, que para aquel entonces tenía como objetivo principal la venta de almidón, jabón y velas.
En 1817 la primera publicidad de Colgate apareció en un periódico de Nueva York.
Para 1820 Colgate estableció una fábrica de almidón en la Ciudad de Jersey.
En 1857, con la muerte del fundador William Colgate, la compañía se reorganizó como Colgate & Company bajo el mando de su hijo, Samuel Colgate.
B.J Johnson abrió una fábrica de jabón en Milwaukee en 1864, que luego se convirtió en la Compañía Palmolive.
En 1866 Colgate introdujo los jabones perfumados y perfumes y esencias.
En 1872, los hermanos Peet establecieron una compañía de jabón en Kansas.
Para 1873 Colgate ya había logrado producir en masa la pasta de dientes; sin embargo, su presentación era en forma de polvo, que venía en un frasco de vidrio.
Para 1892, el Dr Washington Sheffield, un Odontólogo y farmacéutico estadounidense, consideró que no era higiénico que muchas personas coloquen sus cepillos de dientes en una tarro de pastas de dientes.
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Entonces creó para ese momento, el primer tubo plegable para pastas de dientes, conocido como la Creme Dentifrice.
En 1896, Colgate & Company vendió su primera pasta de dientes en tubo, la Colgate´s Ribbon Dental Cream.
En 1898, B. J Johnson desarrolló la fórmula del jabón Palmolive.
Para 1900, Samuel Colgate presentó la marca Colgate en la Exposición Universal de París.
En 1911 regalaron pastas de dientes y cepillos dentales en distintas escuelas primarias de los Estados Unidos para instruir a los niños en la higiene oral.
En 1928, la firma Colgate & Company fue comprada por Palmolive-Peet Company, pasando a llamarse Colgate-Palmolive-Peet Company, sin embargo el «Peet» fue removido hacia 1950, quedando el nombre actual: Colgate-Palmolive.
Hasta alrededor de 1945 las pastas de dientes tenían jabón entre sus componentes, para hacerlas más suaves al usuario, se les agregó ingredientes como el lauril sulfato de sodio.
El fuerte competidor de Colgate
En 1955, la compañía Colgate-Palmolive perdió el primer lugar en ventas con la aparición de la nueva Crest de Procter & Gamble.
Esta compañía realizó una investigación desde 1950, para desarrollar una pasta dental terapéutica que fuese efectiva en reducir la incidencia de caries dental.
Para 1952 el equipo produjo un prototipo de pastas de dientes con fluoruro de estaño para prevenir las cavidades, y llevó a cabo un ensayo clínico en 1.500 niños y 400 adultos.
Al demostrar que la mitad de los participantes mostró un descenso en la caries dental, Procter & Gamble se alistó a lanzar la pasta dental Crest.
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La patente fue para la Indiana University, sin embargo la P&G pagó los derechos para un contrato exclusivo para el uso de la fórmula.
Así, la Crest, fue probablemente la primera pasta de dientes con flúor mercadeada a nivel masivo.
Pero no fue su único logro, la nueva pasta dental Crest, en 1960, fue la primera en recibir el sello de aceptación de la Asociación Dental Americana.
Un tiempo después, en 1960, la Asociación Dental Americana aprobó el uso del flúor en pastas de dientes, lo que allanó el camino para el surgimiento de pastas de dientes con flúor a nivel global.
Colgate no dio su brazo a torcer
En 1968 la Colgate-Palmolive añadió monofluorofosfato de sodio a su pasta de dientes, lo que le valió un año más tarde la obtención del sello de aceptación similar de la Asociación Dental Americana.
Desde entonces ha venido trabajando arduamente para continuar liderando el mercado mundial con diferentes productos de la línea Colgate-Palmolive.
Su producto estrella, la pasta de dientes Colgate, ha venido innovando con variantes de cuidado dental y productos que favorecen la higiene bucal.
¿Cuál es el secreto del éxito de Colgate?
Cuando aún tenían serios problemas económicos, la madre de William le pidió que leyera en voz alta el capítulo 3, versículo 10 de Malaquías.
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”
Este fue el único consejo que le dio su madre antes de partir, que de todo lo que llegará a sus manos, separase el diezmo para Dios.
Más tarde, en un día lluvioso, William Colgate buscó refugio en una iglesia. En ese preciso momento, el predicador estaba narrando la historia de Jacob.
Luego de escucharla, el niño se arrodilló y oró: “Dios mío, si me sacas de la pobreza en que vivo yo te prometo que te daré durante toda la vida la décima parte de todas mis ganancias.”
El evento que transformaría toda su vida
Desde que comenzó a trabajar, frecuentaba una iglesia en su barrio y apenas cobró su primer sueldo entregó el diezmo.
Y con el paso del tiempo, cumplió fielmente su promesa, no solo diezmando, sino donando millones a quienes más necesitaban a través de iglesias.
Colgate fue considerado el hombre más rico, sobreviviendo con apenas el 10 % de sus ganancias.
La Universidad Colgate lleva su apellido en reconocimiento a su labor como benefactor de la institución.
Además ayudó a organizar varias sociedades Bíblicas, inclusive la American Bible Society.
Después de su muerte el 25 de marzo de 1857, sus hijos continuaron siendo fieles a Dios.
Por lo que años más tarde, en 1928 y, debido a su creciente internacionalización, la compañía decide fusionarse con Palmolive-Peet, para luego terminar siendo Colgate-Palmolive.
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Él invirtió millones en la obra de Dios, en el envío de misioneros por el mundo y en escuelas y universidades que tenían como base a la Palabra de Dios.
Más de 200 años y la compañía continúa prosperando y hasta el día de hoy sus funcionarios continúan donando parte de las ganancias para la obra de Dios.
Muchos se preguntarán, pero existen otras personas y empresas que han prosperado y que no han necesitado de Dios, para hacerlo.
En primer lugar, no han durado mucho tiempo, en segundo lugar, la gran diferencia radica en que si Dios pone en tus manos mucho dinero, lo ideal es disfrutar, compartir, repartir y ayudar a quienes necesitan.
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